Tuesday, March 06, 2012

SEGURO SOCIAL DE VILLA EL SALVADOR: DONDE LA VIDA NO VALE NADA

“Mi anciano Padre”

Llegar a ser anciano en el Perú es una tragedia. La atención que el Estado le presta, es por decir, inhumano. Ese trato indolente a las personas más débiles es inherente en toda sociedad egoísta, insensible o capitalista. En ella, la palabra solidaridad es sacrilegio.

LOS ANCIANOS

El envejecimiento es parte del ciclo de la vida. Así como en la naturaleza todo cambia, en los seres humanos se da la misma situación: nacemos, maduramos, envejecemos y morimos. Los ancianos, que están a postrimerías del final de su vida, son marginados, excluidos, por la sociedad capitalista. En donde, la abundancia, el derroche y la vida fastuosa es privilegio de unos cuantos. Podemos decir, entonces, en pleno siglo XXI, la gran mayoría de los seres humanos (donde están incluidos los ancianos) no gozan del bienestar que le puede brindar el “mundo moderno” logrado con la revolución tecnológica: Ingeniería Genética, Tecnología de la Información, la Nanotecnología, Biotecnología, la Robótica, etc.), Vemos que la brecha entre el rico y el pobre se agranda. Es más, la vida o la existencia de estos, como mano de obra, le es innecesaria en el desarrollo de la sociedad capitalista, pues, para ello cuentan con maquinas automatizadas. En ese sentido, son una carga social y económica (por lo costoso que resulta la implementación de programas asistenciales). Estos, para su sobrevivencia, salen a la calle a trabajar, afeando la ciudad. Por el cual, la municipalidad, lo persigue sin tener ninguna contemplación.

La indolencia que tienen los ancianos de la sociedad, también lo sufre en su entorno familiar. Los padres (ancianos), que, con muchos esfuerzos, dieron lo mejor de su existencia para que sus hijos pudieran crecer, muchas veces, son olvidados por ellos. Estos, sienten fastidio de la existencia de su progenitor, pues le es una carga; ya que tienen que prestarle atención o ayuda económica, la pensión que reciben no les alcanza para sus gastos diarios. Asimismo, ellos por si solos ya no pueden valerse, las fuerzas le han abandonado. Los hijos, la gran mayoría, si alguna vez le visitan, lo hacen por su santo, día del padre o a veces por navidad. Luego, se olvidan el resto del año, ni siquiera por teléfono se preocupan si está bien o no. A pesar de esa indiferencia, los padres siempre conservan el cariño a su prole y esperan con ansiedad la próxima visita.

MI PADRE

Mi anciano padre, Antolín Montañez Mendoza, cuenta con 84 años a cuesta, pero, por su enfermedad, presión, diabetes, riñón y artrosis, aparenta de más edad. Él nació en Apurímac, en un pueblito llamado Chila, donde sus habitantes, que no llegaban al medio centenar, se dedicaban a la agricultura y el pastoreo. El rio Chalhuahuacho atravesaba el pueblo, en ella había truchas y ranas en abundaban. Hoy, por la existencia de la mina el rio esta contaminado. Mi padre de joven era un fornido provinciano, le gustaba jugar pelota. En el año 1947, cuando tenia 19 años, buscando una vida mejor, se aventuró, primero, a marcharse a Arequipa y luego en 1951 se vino a Lima. Estando en la capital buscó trabajo, no le fue difícil encontrarlo (como ahora). Entró a laborar en un restaurant, en el cual inmediatamente le aseguraron (lo que no sucede ahora). Durante su estancia en Lima vivió en la Victoria, en casa alquilada. Luego, en el año 1972, se fue a vivir a Villa El Salvador (VES), compró un lote a un vecino. En 1975 se encontraba sin trabajo, el restaurante donde trabajaba había cerrado. Ante esa circunstancia abrió una tienda de abarrote en su casa. El negocio no le fue mal. En el año 1985, cambio de giro, abrió una cantina, en ella estuvo hasta diciembre del 2010, fecha en que se cerró definitivamente. Con respecto a su conducta emocional, mi padre se ha convertido como un niño, a veces se pone terco o se engríe. Él tiene problema de caminar, por ello usa un bastón. Cuando camina lo hace rengueando. Me dicen, cuando tenga más edad va sufrir de demencia senil (Alzehimer), es decir va comenzar a olvidar las cosas.

Bueno, seguramente, a esa edad, si es que logramos llegar, pues nos podemos quedar en el camino de la vida, nosotros vamos a tener ese comportamiento, más los achaques; solamente deseemos que alguien (familiar) esté a nuestro lado para que, en nuestros últimos días, nos de cariño y la mano, pues, por si solos, ya no podremos hacer nuestras cosas. Así, podremos cerrar los ojos tranquilos, sin angustia, como otros.

CUANDO LA VIDA NO VALE NADA

A mi anciano padre, en el 2011, se le recrudeció los achaques; a la presión alta y diabetes que sufría se le sumo el problema del Colon y el riñón. La presión y la diabetes se trataba en el Hospital de Solidaridad. Pero, ante la aparición de las dos últimas enfermedades, como jubilado, tuvo que recurrir a Essalud de VES. Ahí es donde comienza su drama. Primero, para que el médico le atienda se tuvo que esperar mes y medio. Previamente, desde la primera semana de noviembre, teníamos que llamar constamente por teléfono a Essalud, la recepcionista siempre nos contestaba que no había cupo, así pasó un mes y medio , llamada tras llamada, hasta que por fin, ¡BINGO!, nos dieron la cita para el 15 de Diciembre pasado, a las 9 a.m. Ese día, acudimos temprano, nos atendió el Dr. Carlos García. El galeno era poco de hablar, apenas balbuceaba unas cuantas palabras. El trato fue frio. Nos dio una receta para que se haga análisis de heces y orina. El resultado demoró 20 días. Luego, teníamos que sacar otra vez una cita (siempre por teléfono) con el mismo doctor para llevarle el análisis, Esta felizmente se nos dio para el 01 de febrero. El Dr. Revisó el análisis sin decirnos palabra alguna y nos mando ir al Essalud Rebagliati (Lima). Acudimos a ella el 29 de febrero, la doctora Carmen Berrios atendió a mi padre pero de mala gana. Nos manifestó que teníamos que regresar el 29 de marzo, en esa fecha tenemos que llevar el análisis de orina y la ecografía de la próstata. Para el problema del Colon dijo que teníamos que ir donde un Gastroenterólogo. Eso, seguramente será otro ajetreo de nunca acabar. Espero que en este trajinar, que ya van casi 5 meses, mi padre no se me muera. Me pregunto, dónde está esa boyante economía que hablaba Alan García. Eso no se refleja en los servicios de la salud pública y otros.

¿Y LA GRAN TRANSFORMACIÓN?

Alan García, en su último Libro ”Contra el temor económico”, ensalza al modelo económico neoliberal. Manifiesta que gracias a ello el PBI (2006-2010) tuvo un crecimiento promedio de 7.2 por ciento anual. Claro que, con el modelo de libre mercado, instaurado por Alberto Fujimori, aumentó tremendamente la riqueza en nuestro país, pero ello fue acompañado con una enorme desigualdad social. Pues, las grandes mayorías no se beneficiaron con la impresionante bonanza económica. Tal es así, los empleos generados siguen precarios, la salud y educación pública continúan siendo un desastre. Por esta situación los peruanos estaban descontento, eso se dejó traslucir en las últimas elecciones del 2011. En ella, el APRA (partido de gobierno de Alan) fue repudiado, pues apenas obtuvo cuatro curules. Mientras Ollanta, con su propuesta de “La gran trasformación o Cambio” consiguió 47 congresistas. Sin embargo, Ollanta, para el beneplácito de la elite económica, y tristeza de los que botaron por él, estando en el gobierno, mantiene el mismo modelo económico de los gobiernos anteriores. Pero, para consuelo de los pobres crea el programa asistencialista “Inclusión Social”. Debemos de recordar, él planteó, en su campaña, hacer un conjunto de reformas para acabar con el capitalismo salvaje, de esa manera poder contar con una vida digna.