El desprecio a la vida de los ancianos, Villa El Salvador
“La salud como mercancía
“La salud como mercancía
Walter Montañez Vargas
Llegar a la tercera edad en Villa El Salvador (VES) es lo más triste y doloroso por los constantes “achaques” que sufren, como consecuencia de su edad. Estas penurias se agudizan por el trato inhumano y cruel que tienen en el centro asistencial de “EsSALUD”- Villa El Salvador, donde los ancianos asegurados acuden para tratarse de alguna enfermedad. Todo esto lo menciono por vivirlo en carne propia con mi padre que sufre, por su avanzada edad, de diabetes y de presión alta y las secuelas que trae dichas enfermedades.
Para tener atención, en dicho centro de salud, mi padre tiene que sacar previamente una cita con 15 días de anticipación. Esto, en el transcurso de esos días puede suceder un percance fatal a cualquier paciente. Llegado el día esperado, el galeno que lo atiende lo hace con desgano, frialdad y falta de voluntad, balbucea a duras penas unas cuantas palabras y a “ojo de buen cubero” le da la receta con medicamentos genéricos, que son obsequiados por ser asegurado. Estas medicinas no le hacen efecto en el mejoramiento de su salud. Por ese motivo, mi anciano padre tiene que recurrir al hospital “San José”, del 1er. Sector, donde la atención, al menos, es el mismo día. Y gracias a la receta que le dan, receta que contiene medicamentos originales (de marca), recién puede recuperarse de su enfermedad.
Por lo mencionado, puedo deducir que la salud es una mercancía, pues está en función del dinero que tienes, en ese momento, en el bolsillo, de lo contrario uno se muere, como viene sucediendo diariamente con las personas indigentes. En ese sentido, existe una insensibilidad desgarradora por parte del Estado, por dejar abandonado a su suerte a los más débiles de la sociedad. La solidaridad no cuenta. Es más, si la salud es un derecho humano, entonces, no debe considerarse como una “mercancía” sometido a las leyes de la oferta y demanda del mercado.
En la sociedad capitalista contemporáneo, una pequeña elite persigue el lucro desmedido, para llevar una vida fastuosa, Por eso, Viviane Forrester, en su libro, “El horror económico”, menciona: “Existe un conjunto de seres humanos que no es “útil”, que ya no pueden ser explotados, en una empresa, mediante el trabajo, debido a que las maquinas automatizadas vienen remplazando, aceleradamente, al hombre por ser menos costoso”. En ese aspecto, el anciano, el desempleado, el subempleado, el trabajador ambulante, las familias indigentes, para el poder económico, le es innecesaria su existencia por no aportar en nada en el desarrollo de la sociedad capitalista. Todo lo contrario, este sector de la población es una carga para el Estado, por lo costoso que representa su presencia en la sociedad, al cual tiene que brindarle apoyo social para su supervivencia. En el Perú se brinda: Centro de asistencial de salud, educación gratuita, comedores populares y/o vaso de leche, programa a trabajar urbano (empleo temporal), instalación de agua y desagüe en las zonas marginales, etc. Esto, contraviene los intereses del “gran capital”, por que interfiere las leyes del mercado, por ello apuesta por un Estado que tenga como función, solamente, de defender la ley y el orden, garantizar los contratos privados y crear el marco adecuado para tener mercados competitivos, situación que favorece a las empresas transnacionales en desmedro de la micro y pequeña empresa.
Los neoliberales, en el mundo, no quieren contar con un “Estado de bienestar social”, que de protección social a los más débiles de la sociedad, por eso promueven la privatización de los servicios públicos básicos. Por lo cual, en nuestro país, debemos de estar alertas sobre la posible privatización de la salud, educación y el agua.
Llegar a la tercera edad en Villa El Salvador (VES) es lo más triste y doloroso por los constantes “achaques” que sufren, como consecuencia de su edad. Estas penurias se agudizan por el trato inhumano y cruel que tienen en el centro asistencial de “EsSALUD”- Villa El Salvador, donde los ancianos asegurados acuden para tratarse de alguna enfermedad. Todo esto lo menciono por vivirlo en carne propia con mi padre que sufre, por su avanzada edad, de diabetes y de presión alta y las secuelas que trae dichas enfermedades.
Para tener atención, en dicho centro de salud, mi padre tiene que sacar previamente una cita con 15 días de anticipación. Esto, en el transcurso de esos días puede suceder un percance fatal a cualquier paciente. Llegado el día esperado, el galeno que lo atiende lo hace con desgano, frialdad y falta de voluntad, balbucea a duras penas unas cuantas palabras y a “ojo de buen cubero” le da la receta con medicamentos genéricos, que son obsequiados por ser asegurado. Estas medicinas no le hacen efecto en el mejoramiento de su salud. Por ese motivo, mi anciano padre tiene que recurrir al hospital “San José”, del 1er. Sector, donde la atención, al menos, es el mismo día. Y gracias a la receta que le dan, receta que contiene medicamentos originales (de marca), recién puede recuperarse de su enfermedad.
Por lo mencionado, puedo deducir que la salud es una mercancía, pues está en función del dinero que tienes, en ese momento, en el bolsillo, de lo contrario uno se muere, como viene sucediendo diariamente con las personas indigentes. En ese sentido, existe una insensibilidad desgarradora por parte del Estado, por dejar abandonado a su suerte a los más débiles de la sociedad. La solidaridad no cuenta. Es más, si la salud es un derecho humano, entonces, no debe considerarse como una “mercancía” sometido a las leyes de la oferta y demanda del mercado.
En la sociedad capitalista contemporáneo, una pequeña elite persigue el lucro desmedido, para llevar una vida fastuosa, Por eso, Viviane Forrester, en su libro, “El horror económico”, menciona: “Existe un conjunto de seres humanos que no es “útil”, que ya no pueden ser explotados, en una empresa, mediante el trabajo, debido a que las maquinas automatizadas vienen remplazando, aceleradamente, al hombre por ser menos costoso”. En ese aspecto, el anciano, el desempleado, el subempleado, el trabajador ambulante, las familias indigentes, para el poder económico, le es innecesaria su existencia por no aportar en nada en el desarrollo de la sociedad capitalista. Todo lo contrario, este sector de la población es una carga para el Estado, por lo costoso que representa su presencia en la sociedad, al cual tiene que brindarle apoyo social para su supervivencia. En el Perú se brinda: Centro de asistencial de salud, educación gratuita, comedores populares y/o vaso de leche, programa a trabajar urbano (empleo temporal), instalación de agua y desagüe en las zonas marginales, etc. Esto, contraviene los intereses del “gran capital”, por que interfiere las leyes del mercado, por ello apuesta por un Estado que tenga como función, solamente, de defender la ley y el orden, garantizar los contratos privados y crear el marco adecuado para tener mercados competitivos, situación que favorece a las empresas transnacionales en desmedro de la micro y pequeña empresa.
Los neoliberales, en el mundo, no quieren contar con un “Estado de bienestar social”, que de protección social a los más débiles de la sociedad, por eso promueven la privatización de los servicios públicos básicos. Por lo cual, en nuestro país, debemos de estar alertas sobre la posible privatización de la salud, educación y el agua.