LA NAVIDAD DE MISTER SMITH Y MAMANI
Walter Montañez Vargas
La Navidad es una fecha especial para recordarse del hijo de Dios, tanto el rico como el pobre esperan ansiosos ese día. El millonario, William Smith, accionista mayoritario de la empresa minera Doe Run y el desocupado, Teodoro Mamani, migrante de la Oroya (Huancayo), el 25 de diciembre, elevan sus plegarias al niño Jesús. El primero lo hace en agradecimiento por la inmensa fortuna que posee (40 millones de dólares), mientras el segundo, da gracias por mantenerse aún con vida a pesar que no cuentan con los medios básicos de subsistencia.
William, de cultura occidental, con1.95m. de estatura, blancón y colorado, vive en una mansión fastuosa de Miraflores, en tanto, Mamani, con 1.60m de estatura, piel cobriza, habita en el cerro “San Cosme”. Ambos festejan la Navidad de manera muy desigual. Uno lo festeja con gran pompa y derroche, en cambio, el otro lo pasa como cualquier día, en angustia, por su precaria situación económica. No obstante, Teodoro, de consuelo, para distraerse y olvidarse sus problemas tiene su televisor de última generación con pantalla “Plasma”, comprado por S/.100.00 en la “Cachina”; este artefacto, seguramente, fue robado de algún barrio residencial.
Smith, después de comer opíparamente y emborrarse en la noche de navidad con varios Whiskys “Johnnie Walker” etiqueta verde, al día siguiente, para aliviarse de la resaca, se va descansar a su inmensa casa de campo en Huachipa (30 mil metros cuadrados). En ella juega golf o tenis, hace equitación y nada en su piscina temperada. En cambio, Teodoro, que está lejos de su familia, que lo dejó en la Oroya, tiene que seguir trabajando (de ambulante), pues posee tres hijos menores en colegio. Para él no existe un día feriado. Solamente descansa cuando cae enfermo.
Mamani vino de la Oroya, era campesino, pero como la planta metalúrgica de Doe Run, contaminó el rio Yauli con desechos tóxicos, ya no podía dedicarse a trabajar en su chacra. En ella sembraba productos de pan llevar para su manutención. Al venirse a Lima, como muchos de sus paisanos, y al no encontrar un trabajo formal, recurrió al comercio ambulatorio, se dedicó a vender baratijas (llaveros, peines, pomada, cortaúñas) en la Av. Abancay. Él tiende su plástico y a esperar el cliente. Todos los días, desde muchos años atrás, vende con sobresaltos, pues en cualquier momento el camión de la municipalidad de Lima podría aparecer y llevarse su mercadería, ya le sucedió cinco veces en los últimos 10 años. Solamente, en el día de la Navidad lo hace sin temor, pues, parece que los serenazgos por la tremenda juerga que se dan no salen a patrullar la ciudad.
Pasando la navidad, volverán los abusos contra Teodoro. La alcaldesa Susana Villarán tiene que cuidar el ornato de la ciudad de Lima para que este bonito a los ojos del Perú formal. Los indeseables (ambulantes) no deben pulular en la ciudad virreinal, no deben de salir de los distritos populosos, pues contaminan la vista. En ese aspecto, con el fin de evitar que se posesionen de la vía pública, los serenazgos, de los diferentes distritos, arranchan las mercaderías de los que trabajan en la calle, los apalean e insultan como si fueran viles delincuentes. El ambulante en el Perú es un ser apestado, es como el inmigrante en el extranjero. Ambos son perseguidos cruelmente. Las autoridades municipales no entienden que el trabajo ambulatorio es un problema social. En un mundo cibernitizado (automatizado) una gran mayoría de seres humanos ha dejado de ser necesario para ser explotado, es decir, ha dejado de ser útil como trabajador para los que ostentan el poder económico. En ese sentido, el desocupado se ve obligado a laborar en la calle, no tienen otra opción para subsistir, salvo que roben. El derecho al trabajo, como derecho humano universal, esta amparado por la ONU, pero, eso es “letra muerta”, pues a los gobiernos les importa un comino esa resolución. A estos solamente les interesan la situación del Perú formal. De los pobres que se preocupe Dios. La iglesia promete, a los desposeídos, abundancia en el cielo, siempre y cuando se porten bien en la tierra (no hacer huelgas, no bloquear pistas).
William Smith, vísperas a la navidad va a misa para estar tranquilo con su conciencia, ya que su riqueza lo obtuvo de mala manera, participa en la CARIDAD PÚBLICA: visita a los orfanatos, hospitales, asilos de ancianos, pueblos jóvenes, etc., aportando una LIMOSNA. Como reciprocidad, recibe aplausos de los desposeídos. Esto eleva el ego del millonario. Al fin y al cabo la caridad consuela, pero no resuelve la injusticia social.
El empresario minero obtuvo su gran fortuna desgraciando (jodiendo) la vida de miles campesinos de la Oroya, que se dedicaban a la agricultura y la ganadería, al contaminar su medio ambiente impunemente, donde los gobiernos de turno se hacían de la “vista gorda” por estar “aceitados”. Esta misma situación viene sucediendo en Cajamarca con la empresa minera Yanacocha que está instalado en esa zona desde hace 20 años. Y se va intensificar con el proyecto CONGA, que quiere desaparecer cuatro lagunas para extraer el oro. Anteriormente, dicha empresa minera, destruyó en ese departamento varias lagunas: San José, Yanacocha, Maqui Maqui, Corazón y Patos.
En la última campaña electoral, Mister Smith apoyó a Keiko, antes de ella respaldó a PPK, le aterraba el proyecto popular de Ollanta. En cambio, Teodoro apoyaba la candidatura de Humala, porque reivindicaba los intereses de las grandes mayorías. El candidato nacionalista, en la campaña electoral, denunció a las empresa mineras que, por minimizar sus costos operativos, contaminaban el aire, ríos y depredaban la naturaleza. Humala prometió acabar con estos abusos. Sin embargo, Mamani, ahora, duda de Ollanta por lo que esta pasando con el pueblo de Cajamarca, que fue declarado en emergencia (cuatro provincias) por movilizarse contra el malsano proyecto Conga. En ese sentido, Mamani piensa que la única manera de que el pueblo haga prevalecer sus intereses es a través de su organización y movilización.
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